SUMARIO

  1. Bibliografía

Desde el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016 y el ascenso cada vez mayor de partidos de derecha radical en Europa, los estudios sobre populismo han proliferado. Un tema que era algo relegado por la ciencia política hasta hace algo de ocho años adquirió de repente una enorme relevancia académica en el mundo occidental. En este marco, la publicación de María Esperanza Casullo ¿Por qué funciona el populismo? El discurso que sabe construir explicaciones de un mundo en crisis constituye un interesante intento de conceptualizar, clasificar y, principalmente, comprender en qué radica el éxito y la utilización cada vez más frecuente de la retórica populista por parte de los actores políticos a lo ancho del globo.

La mirada sobre populismo que presenta esta obra puede ubicarse en un punto intermedio entre el enfoque como estratagia política de Weyland (Weyland, K. (2017). Populism: A Political-Strategic approach. En C. R. Kaltwasser, P. Taggart, P. O. Espejo, y P. Ostiguy (eds.). The Oxford Handbook Populism (vol. 1) (pp. 48-72). Oxford: Oxford University Press. Disponible en: https://bit.ly/3qBjQm5‍2017) y el enfoque discursivo de Laclau (Laclau, E. (2005). La razón populista. México: Fondo de Cultura Económica.‍2005). Casullo rescata de Laclau la perspectiva del populismo como una lógica política discursiva, poniendo el acento en el uso performativo de la palabra por parte de los líderes políticos. Sin embargo, su contribución fundamental para entender este fenómeno es que todo movimiento, partido o lider es populista en tanto aplica o hace uso en su dimensión discursiva de un «mito populista». Este mito consistiría en estructuras formales vacías cuyo contenido puede adaptarse a diferentes contextos, siempre que se llenen las categorías de un «pueblo» que se encuentra dañado o ha sido traicionado, un «villano» que ha dañado moralmente al pueblo, y un líder o héroe que se autopercibe como un redentor del pueblo.

La obra consta de cinco capítulos a lo largo de los cuales la autora propone una serie de categorías teórico-conceptuales del populismo que va aplicando y desarrollando a través de ejemplos americanos y europeos.

En el capítulo dos («Una genealogía del populismo») se explica cómo, a partir de esta estructura vacía que se llena de contenido en los mitos, se construye la «cadena equivalencial» de solidaridad entre los propios seguidores. Para caracterizar al héroe del mito, propone una clasificación de líderes populistas como «perfectos outsiders» dentro de la que se puede encontrar tres tipos: el militar patriota, como por ejemplo Juan Domingo Perón o Hugo Chávez; el dirigente social, por ejemplo, Evo Morales, y el empresario exitoso, cuyo caso caso más ejemplifijativo sería Donald Trump. Como contraparte, el adversario del pueblo recae siempre en la «élite» a partir de dos formas de diferenciarla en función del tipo de repertorio discursivo utilzado: uno que «pega para arriba», donde la élite se define en términos socioeconómicos (sectores financieros, empresarios, grandes propietarios, grandes medios), siempre articulados con intereses extranjeros, y que prima generalmente en los populismos de izquierda. Por otro lado, uno que «pega para abajo», donde la élite se define en términos socioculturales: una conjunción de intelectuales con minorías étnicas o regionales o migrantes. Este es mucho mas frecuente en los populismos de derecha de Europa y Estados Unidos.

Complementariamente, estos repertorios se vinculan con la temporalidad: hay mitos orientados al pasado, que tienen una visión romántica del pueblo, y están más asociados a los populismos de derecha, donde el pueblo debe ser protegido de la contaminación, para retornarlo a una conformación «auténtica», lo más parecida a la originaria («Make America great again»). Por su parte, los mitos orientados al futuro, más asociados a los populismos de izquierda, conciben al pueblo como una entidad cuyos límites no están fijados de antemano y deben construirse mediante la voluntad política soberana.

En el capítulo tres («El populismo sudamericano») se analizan tres liderazgos populistas de principios de siglo: Hugo Chávez, Evo Morales y los Kirchner, y se aborda el caso de Fernando Lugo como un contraejemplo. La autora considera que los populismos que llegaron al poder en América Latina en medio de crisis económicas y sociales y sin partidos fuertes que los respalden o poca legimitidad inicial, encuentran en el mito populista una manera efectiva de construir poder político y una identidad a partir de la indignación común frente a un daño.

En el capítulo cuatro («El ascenso global del populismo xenófobo) se analizan los liderazgos de Donald Trump en Estados Unidos y Marine Le Pen en Francia, el primero encarnando un populismo neoliberal y la segunda un populismo de derecha con liderazgo femenino. Ambos líderes tienen en común que eligen grupos subordinados como blanco de sus discursos antagonistas. La principal promesa de los populismos de derecha es mantener o restaurar el estatus de los grupos que sienten amenazada su posición de natural dominio sobre una determinada jerarquía social, y no la implementación de una serie de menús de programas políticos. En este sentido, desafían las tradicionales definiciones académicas sobre la derecha, ya que estos movimientos pueden estar incluso a favor de la expansión de políticas de redistribución de ingresos, pero la clave es que estos derechos nunca se plantean como universales, sino como marcas de estatus ligadas a la nación, la etnia o la clase.

Finalmente, se dedica un apartado especial al caso de «Mauricio Macri: de popular a populista, ¿de populista a conservador?». Aquí la autora explica el viraje que hizo el expresidente argentino desde 2008, cuando polarizaba con el kirchnerismo en tanto adversario moral y «pegaba para arriba», es decir, adversaba con un Gobierno que tenía poder real. Sin embargo, una vez derrotado en las urnas, el kirchnerismo era una amenaza menos creíble. Así, a partir del 2017 Macri viró hacia la alternativa de «pegar para abajo», directamente con los ciudadanos que tenían que «ajustarse el cinturón» para reducir gastos, un discurso muy cercano a la matriz conservadora-liberal argentina.

A pesar de este esfuerzo por clasificar los diferentes tipos de populismos en función del uso de mito, Casullo considera como una tarea de frustración conceptual el tratar de distinguir entre populismos de izquierda y populismos de derecha, ya que los populismos, a su juicio, son por naturaleza sincréticos e hibridizantes, en tanto tienen una gran capacidad para mezclar políticas públicas de distinto signo ideológico. Por otro lado, tampoco coincide con la distinción entre populismos incluyentes (que serían los de izquierda), y populismos excluyentes (que serian los de derecha), puesto que, como sostiene junto a Ostiguy (Ostiguy, O. P. y Casullo, M. E. (2017). Left versus Right Populism: Antagonism and the Social Other. The 67th PSA Annual International Conference, 10, 1-30. Glasgow: University of Strathclyde.‍2017), el populismo, por definición, nunca puede ser totalmente incluyente, en tanto la posibilidad de cualquier populismo reposa en la formación de un «nosotros-pueblo» a partir del establecimiento de una frontera político-discursiva que lo separa de un «otro-antipueblo». «La diferencia en todo caso no reside en si se excluye más o menos, sino en la dirección del antagonismo hacia arriba o hacia abajo».

La obra que aquí se reseña nos brinda dos cuestiones claves para entender el populismo. En primer lugar, una de las características esenciales de todo populismo es la utilización de lo que en el libro se denomina «mito populista», cuyo núcleo de sentido —es decir, aquello que le otorga su peso político— es la narración de un daño infligido al pueblo. En segundo lugar, la obra plantea que el populismo es, en último término, una consecuencia de la forma en que la politica intenta lidiar con la pluralidad social. Tanto en América Latina como en Europa y en Estados Unidos, las sociedades están cada vez más fragmentadas. En Europa se multiplican los clivajes identificatorios y se han erosionado las identidades partidarias tradicionales, dando lugar a la aparición de nuevos partidos y liderazgos. En América Latina los clivajes son precarios y fluidos, y el mestizaje ha dado lugar a múltiples principios de identificación, sumados a las constantes crisis y rápidos procesos de cambio económico. En este escenario, Casullo nos explica que el populismo funciona electoralmente porque ofrece una división de identidades que es simple y asequible de asimilar e interpelar, en sociedades donde el proceso de vinculación política de la ciudadanía con las fuerzas políticas es una tarea cada vez más díficil de lograr.

Bibliografía[Subir]

[1] 

Laclau, E. (2005). La razón populista. México: Fondo de Cultura Económica.

[2] 

Ostiguy, O. P. y Casullo, M. E. (2017). Left versus Right Populism: Antagonism and the Social Other. The 67th PSA Annual International Conference, 10, 1-‍30. Glasgow: University of Strathclyde.

[3] 

Weyland, K. (2017). Populism: A Political-Strategic approach. En C. R. Kaltwasser, P. Taggart, P. O. Espejo, y P. Ostiguy (eds.). The Oxford Handbook Populism (vol. 1) (pp. 48-‍72). Oxford: Oxford University Press. Disponible en: https://bit.ly/3qBjQm5.